Escribo cuando pauso mi mirada en algún punto fijo de la ventana y veo que llueve, o cuando mi mente se queda en blanco y de repente las ideas retornan a mi cabeza. No lo hago por interés, simplemente llevo mucho tiempo desahogándome a través de la escritura. En el momento en que las teclas suenan, siento que nadie ni nada puede interrumpirme, solamente yo soy dueña de mis palabras. El hecho de saber que siempre -o casi siempre- podré escribir sin que nadie me juzgue por ello, me anima a colgar algunos de mis textos "razonables" o algunas de mis locuras mentales pasadas a un texto de Word del pc. No es más que eso.

lunes, 4 de julio de 2011

Relativamente atrayente

Por qué ahora siento las ganas de atraerte? Por qué quiero que te acerques y que me huelas? Que se te quede grabado mi aroma... No lo comprendo. Y no consigo entenderlo porque hace apenas unos meses me eras totalmente indiferente, uno más. Y no sé cuando dejaste de ser "él es uno más", y empezaste a ser "él". Pero también sigues siendo uno más... de los pensamientos que me vienen a la cabeza, de las ideas locas que no abandonan mi mente...
Te aseguro que no se quita con el "duermo y se me olvida", porque no serían suficientes las horas de un año para dormir y que no te colases en mis sueños. Maldito intruso. Juraría que era yo la que abría y cerraba la puerta. ¿Acaso te he dejado entrar?, ¿lo he hecho sin darme cuenta?. Estaría dormida. Sería en un sueño. Pero despierta te veo, y me quedo mirándote porque estás ahí.

Enhorabuena... si entraste con intención de ser un pensamiento pasajero, has acabado pasando a la realidad. Pero ¿quién determina cómo de real es esto?, ¿lo digo yo, lo siento, lo pienso?, ¿o se determina solo?. En serio... ¿debo creerme?
Que hasta ahora, cuando aparecías, no me he fiado de mí ni de lo que pensaba. Pero vivo conmigo, y cuando ahora me pregunto, solo me puedo responder que sí. Que hay una (gran) parte de mí que te comería a besos. La otra no sabe si es a ti o a cualquiera que me haga caso. Pero empieza a ser más grande la primera; la que comienza a quedarse demasiado tiempo mirándote.
Qué peligro... Estás prohibido.
No debo mirarte tanto. Eso no está bien, no lo está.

¿De verdad?, ¿dónde está el límite?, ¿lo hay, o me lo impongo yo?. Odio tantas preguntas que se calman con un "sólo tu lo sabes", porque no sé qué es lo que sé. Yo qué sé, quién sabe.