Escribo cuando pauso mi mirada en algún punto fijo de la ventana y veo que llueve, o cuando mi mente se queda en blanco y de repente las ideas retornan a mi cabeza. No lo hago por interés, simplemente llevo mucho tiempo desahogándome a través de la escritura. En el momento en que las teclas suenan, siento que nadie ni nada puede interrumpirme, solamente yo soy dueña de mis palabras. El hecho de saber que siempre -o casi siempre- podré escribir sin que nadie me juzgue por ello, me anima a colgar algunos de mis textos "razonables" o algunas de mis locuras mentales pasadas a un texto de Word del pc. No es más que eso.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Carta a una obsesión.

Hoy me he reunido conmigo misma y mi cuerpo, para intentar acordarme de quién soy. El espejo no me muestra lo que quiero ver, pero sé que en un pasado había una sonrisa en mi cara que has conseguido borrar con el paso de lo meses. Desconozco bien los orígenes.
Tal vez te fuiste abriendo paso a través de las miradas indiscretas que me lanzaba mi madre para avisarme que debía parar. Más tarde, te verías avivada con los insultos que constantemente estaba recibiendo por parte de quienes no deberían haber abierto la boca jamás en su vida. La mía, me la estaban destrozando.
Entonces, sería entonces cuando empezaste a surgir.

Supe lo que es aferrarme y saborear muy de cerca el límite. He dejado de sentirme orgullosa de mí misma, porque has conseguido que vea el mundo distinto, de otra manera.
Me duele cuando me tocas, cuando te acercas, cuando me susurras, cuando te veo venir; cumples el papel de la peor pesadilla que puedo vivir.

Eres el primer pensamiento al despertar y el último antes de cerrar mis ojos y dormir. O a veces ni eso, porque consigues persistir en mi mente durante toda la noche.
Perfecta, tienes que ser perfecta.
El mundo deberá reconocer el autocontrol que ejerces sobre ti misma y las calles son tuyas, quieres adueñarte de ellas con cada pisada. Pero no se escuchan. Pisas tan fuerte como te es posible y ni emites el mínimo sonido. ¿Qué ocurre?

Entonces escogí vivir la vida como aquellos que lo hacen para disfrutarla, no para hacer de ella un calvario.
Decidí que como todos, algún día tendría que morir, pero no sería por mi culpa.
Mi peso no podía ser el centro de mi pensamientos. Las calorías no podían dirigir mi vida.
Sé que se hace duro el mirar al espejo y... verte. Simplemente verte.
Porque lo que quieres es ser tan fina y delicada que casi ni se te aprecie.
¿Delicada? si no puedes levantarte de la cama.
Tu cuerpo parece estar hecho de metal. Te cuesta moverte porque tus huesos están oxidados hoy.
Lo que parece ser tu secreto más íntimo, te cambia la vida. Mírate.
¿Acaso tu mirada brilla?
si ya te apagaste hace meses...
No te queda mucho tiempo y hay que actuar.
Quiero salir de esto. Decir adiós a mis complejos, porque solo yo puedo cambiarme y hacerme dueña de mi cuerpo.
Créeme, no merece la pena. La vida no está para desperdiciarla.