Escribo cuando pauso mi mirada en algún punto fijo de la ventana y veo que llueve, o cuando mi mente se queda en blanco y de repente las ideas retornan a mi cabeza. No lo hago por interés, simplemente llevo mucho tiempo desahogándome a través de la escritura. En el momento en que las teclas suenan, siento que nadie ni nada puede interrumpirme, solamente yo soy dueña de mis palabras. El hecho de saber que siempre -o casi siempre- podré escribir sin que nadie me juzgue por ello, me anima a colgar algunos de mis textos "razonables" o algunas de mis locuras mentales pasadas a un texto de Word del pc. No es más que eso.

domingo, 5 de octubre de 2008

Y sonríes.

Con tus dedos enrredados en mis manos, sonríes.

Puedo amarte aún más,

aunque con la fuerza de los latidos

me duela hasta el corazón,

el alma.


Existencia sorprendente,

que embellece las pupilas

de aquel que observa tal rostro.

De repente, te pienso.

Escribo.


El sonido de las teclas que añoran tus labios,

tu frágil sonrisa.

Ojos que me convocan a esa mirada,

a recorrer cada parte del presente

aparente de la misma realidad,

sólo contigo.


Hablas, y a la vez completas mi fortuna,

mi suerte por poseer

lo más deseado.

Afición a tu aroma,

al despertar a tu lado.


Perderte entre la bruma de la noche,

de los sueños. Y entonces parpadear.

Sigues ahí, sonríes de nuevo.

Adoro el indicio de tus besos en mi piel.

© Ana Ortiz A.